viernes, 13 de enero de 2012

El número "PHI" y el Pentagrama



El número “Phi”, “Divina Proporción” y la interrelación con el pentáculo o pentagrama, las líneas que lo representan se dividen automáticamente en segmentos y la razón de todos ellos equivale a 1,618, es decir, “Phi”. Por esto, el pentáculo se ha convertido en el símbolo histórico por antonomasia de la “Divina Proporción”, signo de la belleza y la armonía ligado a la Diosa y la divinidad femenina.

Vaya por adelantado que los símbolos siempre han acompañado a la humanidad, desde los tiempos más remotos hasta la actualidad. Su intenso uso no debe ocultar, sin embargo, que cuentan con la importante dificultad de su interpretación. De hecho, pretender mostrar a alguien lo que un determinado símbolo significa es tanto como aspirar a enseñarle que debería sentir al escuchar una sinfonía o al leer un poema. En última instancia, un símbolo representa algo diferente para cada uno. Con todo, los símbolos han desempeñado históricamente y juegan hoy un notable papel.




Entre los distintos símbolos heredados de antiquísimas culturas, el pentáculo merece una especial atención. Muy anterior al cristianismo y a la mayoría de las religiones, se encuentra directamente enlazado con el culto a la Naturaleza y el principio hermético de género. Proviene de una época en la que la humanidad dividía el mundo en dos grandes mitades: la femenina y la masculina. Sus dioses y diosas actuaban para mantener el equilibrio de poder. Si se alcanzaba el equilibrio entre lo masculino y lo femenino -el “yin” y el “yang”-, la armonía reinaba en el mundo; en caso contrario, dominaba el caos. En este contexto, el pentáculo representa a la diosa del amor sexual femenino y, por lo mismo, la mitad femenina de todas las cosas, esto es, la “divinidad femenina” o “venus divina” estudiada como concepto por los historiadores de la religión.

Para entenderlo mejor, hay que tener en cuenta que, hace miles de años, el ser humano creía en el orden divino de la Naturaleza. Por ello, el planeta Venus y la diosa de igual nombre conformaban una identidad. La diosa Venus -denominada, igualmente, La Estrella de Oriente, Ishtar, Astarte,...- ocupaba, así, un lugar en la bóveda celeste y estaba ligada al gran poder femenino y sus vínculos con la Naturaleza y la Madre Tierra.




La elección del pentáculo para denotar ese poder y tales vínculos no es fruto de la casualidad. Se basa en la estrecha asociación gráfica existente entre el signo y el planeta: Venus, en su desplazamiento cósmico, traza, precisamente, un pentáculo imperfecto cada ocho años. Los astrónomos y sabios de la antigüedad conocieron este hecho y convirtieron a Venus y su pentáculo en símbolos de perfección y belleza y síntesis de las propiedades cíclicas del amor sexual.

Por otra parte, los orígenes y el verdadero significado del pentáculo son completamente ajenos a su utilización en ritos satánicos. Esta circunstancia es consecuencia de la distorsión sobre sus connotaciones a lo largo de los siglos. Distorsión en absoluto casual y motivada, en lo fundamental, en el empeño que la Iglesia católica en borrar y desprestigiar todo los vestigios de las creencias que la precedieron. Desde su nacimiento, la Iglesia romana se marcó la estrategia de relacionar con el mal la globalidad de los signos y dioses y diosas antiguos, diluyendo sus fidedignas referencias. Fue así como se alteró el significado del pentáculo, del mismo modo, por poner otro ejemplo, que el famoso tridente de Poseidón se transfiguró en atributo del demonio.

A este respecto, resulta curioso constatar como también el término “pagano” se usa hoy frecuentemente con relación tanto al ateísmo como a prácticas satánicas. Mas tampoco se corresponde con la procedencia de la palabra, que proviene del latín “paganus” y cuyo tenor literal es “habitante del campo”. Una condición que, entre otras cosas, estaba ligada al mantenimiento de los antiguos cultos rurales relacionados con la naturaleza y extraños al apostolado acometido por los católicos. Por ello, la Iglesia los trataba con desprecio, lo que también tuvo su reflejo lingüístico en el uso peyorativo de la expresión villano -habitante de la villa, del núcleo rural-.

En la cultura moderna han desaparecido casi la totalidad de las asociaciones entre Venus y la unión masculino-femenina. Pero no todas. Valga como botón de muestra la palabra venéreo. O el plazo -cada cuatro años- de celebración de las Olimpiadas, un tributo de la antigua Grecia a la magia de Venus y a su ciclo cósmico. Aún más, el pentáculo estuvo a punto de convertirse en el emblema oficial olímpico, pero fue sustituido por un círculo (aro), al entender los que tomaron la decisión que refleja mejor el espíritu olímpico de unión y armonía. La idea inicial fue ir añadiendo un nuevo aro por cada nueva edición de las olimpiadas. No obstante, el influjo del pentáculo y sus cinco puntas volvió a manifestarse cuando se abandonó este criterio y se adoptó el famoso emblema de los cinco anillos.Hasta la próxima semana y Feliz Nuevo Ciclo Cósmico para todos....