viernes, 13 de abril de 2012

La Cruz del Sur: La Chacana de la Cordillera de los Andes, magia ancestral

Crux (la Cruz), normalmente referida como la Cruz del Sur para contrastarla con la Cruz del Norte, es una de las más famosas constelaciones modernas a pesar de ser la más pequeña de las 88 que integran la esfera celeste; según los límites imaginarios impuestos por la Unión Astronómica Internacional (UAI) en 1930, esta constelación, con solo 68 grados cuadrados, cubre apenas 1/600 del cielo.

Es útil para la orientación ya que permite determinar el punto cardinal sur: prolongando cuatro veces y media en línea recta el eje principal de la cruz, partiendo de su estrella más brillante «Acrux», el «pie» de la Cruz, se llega al polo sur celeste, el punto alrededor del cual gira en forma aparente la bóveda del cielo.



La Cruz del Sur limita en tres de sus lados con la constelación Centaurus mientras que al sur lo hace con la de la Musca. Los griegos antiguos la crearon como parte de Centaurus, pero fue definida como un patrón estelar independiente en el siglo XVI, después de la expedición de Américo Vespucio a Sudamérica en 1501. Vespucio trazó un mapa tanto de las dos estrellas Alpha Centauri y Beta Centauri como de las estrellas de la Cruz.


En el Perú prehispánico, esta constelación fue de importancia capital para las civilizaciones que se desarrollaron en este territorio pues la chakana (representación andina de Crux, con forma de una cruz escalonada), que en el quechua clásico quiere decir algo así como «escalera de ascenso y descenso» o «puente hacia arriba y hacia abajo», unía simbólicamente al Kay Pacha (mundo terrenal) con el Hanan Pacha (mundo de los dioses) y el Uku Pacha (mundo de los muertos).



Dante Alighieri(1265-1321) en su obra "La Divina Comedia" dice: "...distinguí cuatro estrellas vistas por los primeros humanos...", esto, cuando salía del infierno e iba al purgatorio, se cree que se trataba de la Cruz del Sur, aunque la geografía de los tiempos del poeta no conocía tierra alguna desde donde se pudieren descubrir. La historia dice que el primer europeo que las observó fue Américo Vespuccio (1454-1512) según se lo escribió a Lorenzo de Pier Francisco de Médicis. Sin embargo, antes las pudo haber observado Marco Polo (1254-1324), el cual llegó hasta las islas de Java y de Madagascar en 1284, que aunque el no la nombra directamente, sí existe una descripción del filósofo y médico Pietro de Albano, a quien Polo, describió las estrellas que se encontraban al Sur del Ecuador. Cuando hace mención de la Cruz del Sur, dice que ésta es de modesta magnitud, pero, un dato más y muy interesante sobre Marco Polo, es que denotaba gran preocupación porque decía, según relata en su libro "El Libro de las Maravillas", que la estrella Tramontana (así llamada la estrella Polar) no se veía desde ésas latitudes, esto, hace muy posible, que se buscara una guía que la sustituyese para navegar en esas aguas, y la formación más llamativa, era indudablemente, la Cruz del Sur. Dante, a través de éste, se pudo haber enterado de la existencia de las cuatro estrellas. El decía que dichas estrellas sólo habían sido vistas por Adán y Eva, en su morada del paraíso terrestre, supuestamente situado en el Hemisferio Sur.


En la astronomía aborigen australiana, la Nebulosa Saco de Carbón y la Cruz del Sur marcan la cabeza del «Emú en el cielo» en varias culturas aborígenes.4 La cruz también es considerada la representación de un pósum sentado en un árbol y un símbolo de la deidad celestial Mirrabooka.

Para los maoríes, quienes la llaman Te Punga (el ancla), es la representación del ancla de la waka, o canoa, de Tama-rereti, simbolizada por la Vía Láctea.

En Samoa la constelación es llamada Sumu (pez ballesta) debido a su forma romboide.

En Tonga es llamada Toloa (pato). Simboliza a un pato volando hacia el sur con una de sus alas (δ Crucis) rota por una piedra lanzada por Ongo tangata (dos hombres), representados por α y β centauri.

En Indonesia y Malasia, es conocida como Buruj Pari (la constelación de la mantarraya).4 La etnia javanesa llama a esta constelación Gubug pèncèng (choza) o lumbung (el granero) debido a su forma.
En la antigua yiotisha, la cruz es llamada Trishanku




Ptolomeo (siglo II), conocía estas estrellas, y la Cruz figuraba como parte del grupo del Centaurus junto con Lupus (el Lobo), entre mediados y finales del siglo quinto a. C., la Eclíptica fue identificada en Babilonia y quizás también en Grecia. Los Babilonios fueron los que dividieron la Eclíptica en 12 partes del zodiaco. Durante el siglo II de nuestra era, el astrónomo egipcio Ptolomeo, catalogó información sobre 1022 estrellas (el Almagesto). No es ninguna sorpresa que solo incluya estrellas visibles desde la latitud de Alejandría (31,13,12N), donde vivió y escribió este científico y en esa época, Acrux (Alpha Crucis), se podía ver a 5 grados sobre el horizonte sur.


En los relatos de R. Lehmann-Nitsche, con la interpretación de una parte de la Vía Láctea como avestruz gigantesco visto desde el costado derecho. En este caso, el cuello del ave enorme, comienza en la región del Saco de Carbón y se extiende, transformándose en el cuerpo con alas llegando hasta la estrella Antares y la constelación de Ophiuchus, sigue bajando hasta la cola y la púa del Escorpión, la galaxia representa la pierna del ave fijada en plena fuga, aunque no hay relación de proporción el espesor de la Vía Láctea con las delgadas patas del avestruz.
En el Antiguo Testamento, cuando se hace referencia a la parte más protegida y más interior de una morada, donde se conservan las cosas más preciosas, es "penetralia".

Giovanni Schiaparelli, en "Astronomía en el Antiguo Testamento", hace referencia a esto, y al libro de Job, donde se alude a alguna brillante constelación entre las más australes de su horizonte. No es difícil de ubicar a qué constelación se hace referencia, ya que no son muchas en éstas latitudes las que están conformadas por estrellas que sean de elevada magnitud. Aquí, hay que hacer mención, a algo que ya hemos dicho, la precesión de los equinoccios, por lo cual, estas constelaciones, eran vistas en la época que se escribió ese texto desde Palestina (aproximadamente 32° latitud Norte).

A unos 20° sobre el horizonte, en el año 750 a. C. aproximadamente, sobre el horizonte austral, se veía la constelación designada con el nombre de "khadrê theman" o "Penetrales del Austro". Esta constelación, debería estar formada por las más ricas y bellas estrellas conocidas en nuestro cielo, entre las que se encuentran Canopus, Alpha y Beta del Centauro y las que componen la Cruz del Sur. Esta constelación, tenía que estar comprendida por la que hoy conocemos como la Nave de Argos, la cruz del Sur y el Centauro.

Es muy bella la descripción que hace Schiaparelli, y no puedo sustraerme a su textual descripción:

"...En los tiempos a que aludimos, pudieron los pastores y agricultores de Palestina contemplarla (ahora sin embargo ya no les sería posible) sobre el horizonte extremo meridional, bajo la apariencia de una luz intensa como de aurora austral sembrada de estrellas brillantes, y admirar un espectáculo, que hoy sólo puede ser visto por quien descienda hacia el Ecuador..."

Esta bellísima descripción, nos da una idea cabal de cómo se vería la Cruz del Sur sumida entre sus acompañantes, formando parte de la llamada "Penetrales del Austro".

Parece ser que los autores clásicos identificaban las estrellas de la Cruz como parte integrante del Centauro, la constelación que la rodea por tres lados. El erudito victoriano R. H. Allen apunta en su obra Los nombres de las estrellas que existió una tradición más antigua que aislaba la Cruz de las demás constelaciones. En el siglo XI d. C., el astrólogo árabe al-Biruni descubrió que desde 30º latitud norte en la India se podía ver una configuración estelar del sur, conocida como Sula: “La viga de la Crucifixión”. Allen sugiere que este dato podría darnos la clave para interpretar una referencia contenida en la Divina Comedia de Dante (principios del siglo XIV). Cuando entra en el Purgatorio por la entrada que se abre al hemisferio sur, Dante declara que “dispuesto a espiar / este extraño polo, recuerdo cuatro estrellas / las mismas que vieron los primeros hombres, y que desde entonces ningún vivo a vuelto a ver.” (Purgatorio, Canto 1:22-4). Las estrellas de la Cruz no pueden verse en la actualidad en el hemisferio norte. Los primeros hombres son los primeros cristianos, porque la Cruz era visible desde Jerusalén en la época de Cristo. Dante, que conocía los efectos de la precesión, se refiere a una era sin Dios tras la muerte de Cristo, cuando la Cruz empezó a desaparecer del cielo.




En el centro de Australia se dio el nombre de “pie de águila” a estas cuatro estrellas.

El artista e historiador maya Hunbatz Men explica el significado de la Cruz del Sur en este motivo:

“Una síntesis trascendental de la experiencia religiosa humana es inherente a la palabra te, Árbol Sagrado, que surgió de las palabras teol y teotl, los nombres de Dios, el Creador, en lengua maya y nahuatl. La mayoría de estas sagradas y veneradas palabras de los pueblos antiguos, simbolizadas por el Sagrado Árbol, fueron representadas en los jeroglíficos mayas por el símbolo ‘T '. Además, este símbolo representaba el aire, el viento, el aliento divino de Dios.”

En otras palabras, la puerta o ventana en forma de "T" simboliza el Árbol Sagrado en el Centro del Mundo (el eje del mundo) al que el espíritu del chamán puede subir. Además, funciona como el portal que guía al Gran Espíritu, a través del cual puede pasar el aliento de vida.

En numerosas culturas el tau se relacionaba al agua abundante o lluvia divina. Por ejemplo, Augustus Le Plongeon, uno de los primeros arqueólogos de los mayas, escribe que la forma de T equivalía a la Cruz, o la Cruz del Sur. Esta constelación aparece poco antes del comienzo de la estación lluviosa en el sur de México.

“Los antiguos astrónomos mayas habían observado que en cierto período del año, a comienzos de nuestro mes de mayo, que debe su nombre al de la diosa MAYA, la dama buena, la madre de los dioses, la “Cruz del Sur,” aparece totalmente perpendicular por encima de la línea del horizonte. Este es el porqué la iglesia católica celebra la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz en el tercer día de ese mes, que se ha consagrado particularmente a la Madre de Dios, la Buena Señora, la virgen Ma-R-ia, o la diosa Isis antropomorfa según el Obispo Cyril de Alejandría.”

¿Es más que una coincidencia que el nombre de esta tribu mesoamericana sería el mismo que la palabra sánscrita para el halo de ilusión? La Diosa Madre Shakti, conocida aparte como la Divina Madre Devi, da nacimiento a todas las extraordinarias formas que nosotros percibimos equivocadamente como reales. La Reina Maya fue fecundada por un elefante blanco y como consecuencia dio nacimiento a Siddhartha Gautama, el Buda.

Es más, Maia fue la diosa griega de la primavera y la diosa romana de la tierra o del crecimiento. Su celebración de fertilidad es el 1 o el 15 de mayo. Ella también era la hermana mayor y la más luminosa estrella de las Pléyades. En la tierra de la tribu maya, el Sol junto con las Pléyades atraviesa el cenit durante el mes de mayo.




En Egipto, el Ankh, o la Cruz de Ansate, era la “llave para el Nilo” por la cual Osiris, el esposo de Isis, lograba sus anuales inundaciones ribereñas. La curva superior representa el útero, y la parte recta de abajo representa el canal de parto o el falo.

Es interesante apuntar que cuando Moisés se adentró en el desierto del Sinaí encontró a la tribu Midianita (también llamados Kenitas) llevando la forma de T en sus frentes. Esta señal que representaba a su dios de las tormentas (que traía el agua) y de la guerra (el trueno) después se volvió conocida como la “Marca de Yahweh”.




Mucho después, Jesús pudo bien haber sido crucificado en una Tau o Cruz de San Antonio en lugar de en la cruz latina que nosotros pensamos hoy, aunque esto probablemente se debatirá por siempre.

En su libro clásico “Atlantis: The Antediluvian World” (Atlántida: El Mundo Antediluviano), Ignatius Donnelly dice que el tau era un icono importante que significaba “la sabiduría oculta” para los mexicanos así como para los peruanos, los egipcios, fenicios, y caldeos. En general, fue el símbolo del rejuvenecimiento, la liberación del sufrimiento físico, la esperanza, la inmortalidad, y la unidad divina.




La cruz maya, un vestigio que integra polaridades complementarias en diversos niveles de significado. Inicialmente se reconoce como una cruz distinta al simbolismo que el cristianismo europeo inculco a los pueblos colonizados de mesoamérica, pues se compone de dos líneas, una horizontal y otra vertical, de igual proporción y que se cruzan en su centro. Esta armonía y equilibrio esta desproporcionada en el caso de la cruz cristiana. Por otra parte, en ella reconocemos una organización radial que segmenta el espacio en cuatro cuadrantes a partir del centro, lo que nos ilumina de inmediato sobre su dimensión espacial al generar puntos referenciales, que conocemos cotidianamente como los puntos cardinales. Sin embargo, eso no es todo lo que podemos esperar de una cultura como la Maya, caracterizada por sus complejos avances en el terreno de la medición del tiempo. Efectivamente, podemos encontrar referencias no sólo míticas, sino matemáticas Y SIMBÓLICAS, del orden alcanzado para establecer visiones temporales y, por supuesto calendarios, que se encuentran incluidos en este simple icono.

En esta dimensión de la especialidad de la cruz, se integra la temporalidad, la vida y la muerte; es pues un continuo de espacio-tiempo en donde transcurre la experiencia y la conciencia. El trabajo de José Arguelles (1993) sobre el factor Maya ha revelado algunas constantes implicadas en el calendario sagrado Maya, el Tzolkin, y a partir de una noción del tiempo estructurado a partir de 20 signos, uno por cada dia o Kin, y su cruzamiento con el numeral 13 (las 13 lunas). Arguelles encuentra correlaciones interesantes que pueden plasmarse en una disposición espacial y en códigos de colores para reconocer patrones a nivel del desarrollo de la historia del planeta y de la humanidad en relación con eventos ubicados a nivel galáctico.

Para la cosmovisión maya, el universo se podía concebir en tres niveles: El cielo con trece estratos y donde reinaban los Oaxlahuntikú, estos trece estratos podían tratarse como una unidad. Otro nivel corresponde al llamado inframundo, donde eran nueve los estratos y en ellos se encontraban los Bolontikú, también se consideraban estos nueve estratos como una unidad. El nivel que se encuentra entre estos dos (cielos e inframundo) es la tierra, donde habitan los hombres. "Las tres partes del universo estaban dispuestas en cuatro direcciones a las cuales se asociaba un color (rojo-oriente, blanco-norte, negro-poniente, amarillo-sur), y un árbol del mundo." (Caso Barrera, 1991:131)

La unidad dual Vida-Muerte, está en la esencia filosófica de nuestros pueblos, pero ello no significa que este actualizada y consciente, por el contrario, encontramos como ejemplo la actitud ante la muerte, en el culto a los muertos y lo poco que queda del culto a la muerte, elementos sincréticos que han ocultado y distorsionado la cosmovisión antigua de los mayas, perdiendo la claridad del conocimiento espacio-temporal con que contaban y su relación íntima con nuestra auténtica esencia como seres evolutivos.

Por lo pronto dejemos claro que la Cruz Maya de la Vida y de la Muerte, es una propuesta integradora y lúdica en la que podemos ubicar elementos cosmovisión propia de la identidad originaria de los pueblos prehispánicos para reconocer elementos filosóficos de la dualidad esencial, aplicables a la visión de una unidad Vida-Muerte que pone en juego elementos arquetípicos y culturales respecto a nuestro lugar en el Universo, la galaxia, el sistema solar, el planeta y nosotros mismos; así como se constituye en una base de reflexión sobre cuestiones de la dimensión temporal que habitamos en nuestra existencia.

Hasta la próxima semana estimados lectores.


jueves, 5 de abril de 2012

El acelerador de hadrones y la partícula de Dios

El Gran Colisionador de Hadrones, GCH (en inglés Large Hadron Collider, LHC) es un acelerador y colisionador de partículas ubicado en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, sigla que corresponde a su antiguo nombre en francés: Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire), cerca de Ginebra, en la frontera franco-suiza.
Dentro del colisionador dos haces de protones son acelerados en sentidos opuestos hasta alcanzar el 99,99% de la velocidad de la luz, y se los hace chocar entre sí produciendo altísimas energías (aunque a escalas subatómicas) que permitirían simular algunos eventos ocurridos inmediatamente después del big bang.
La Máquina de Dios se encuentra bajo la frontera franco-suiza y es el mayor acelerador de partículas del mundo ya triplicó la energía más intensa jamás alcanzada en sus preparativos para escudriñar los secretos del Universo. En esa ciudad suiza, en un túnel circular de 27 kilómetros de longitud, a 100 metros de profundidad bajo la frontera franco-suiza, se encuentra el LHC. Los investigadores han estado trabajando en incrementar la energía contenida en los pequeños haces que recorren el túnel 11.000 veces por segundo.



El bosón de Higgs o la partícula de Dios, es una hipotética partícula elemental masiva cuya existencia es predicha por el modelo estándar de la física de partículas. Desempeña un papel importante en la explicación del origen de la masa de otras partículas elementales, en particular la diferencia entre el fotón (sin masa) y los bosones W y Z (relativamente pesados).
Dos de los principales detectores del gran acelerador europeo de partículas (el Atlas y el CMS) han encontrado señales que podrían delatar la presencia del esquivo bosón de Higgs, la última partícula subatómica que queda por descubrir para completar el Modelo Estándar de la Física y la que encierra, además, el secreto de por qué las demás partículas tienen masa.



En 1964 el británico Peter Higgs propuso una elegante solución a esta discrepancia. Supuso que todo el universo está ocupado por un campo parecido al electromagnético. El concepto de “campo”, introducido por el físico inglés Michael Faraday en el siglo XIX, es uno de los más importantes de la física. En el espacio que nos rodea no sólo hay materia. Si pudiéramos sacar de una sala hasta la última mota de polvo y la última molécula de aire, no podríamos decir que allí no queda nada. La prueba palpable es que, si lanzamos una pera, caerá al suelo; hay algo que la hace caer que llamamos “gravedad”. Dicho más correctamente, hay un campo gravitatorio cuya causa es el planeta que tenemos a nuestros pies. Pero no sólo eso. Si lanzamos en línea recta un electrón y analizamos su trayectoria, notaremos que algo modifica su camino. Ese algo sólo influye en las partículas con carga eléctrica; las neutras ni se enteran. Es el campo electromagnético. Su origen es la suma del magnetismo terrestre, los efectos de las antenas, los televisores, el cableado de la casa, los electrodomésticos, etc. En definitiva, una fuerza no es otra cosa que el efecto de un campo; y la materia posee propiedades –como la masa y la carga– que la hacen sensible a los diferentes campos. La propuesta de Higgs fue revolucionaria: existe un campo que llena el espacio, y cuando las partículas interaccionan con él, adquieren masa.



Pues bien, cada una de esas formas de comunicación lleva asociada una partícula responsable de transportar la información. En el caso de la electromagnética, la partícula es el fotón; para la gravedad es el gravitón; y en la fuerza fuerte, el gluón –del inglés glue, pegamento–. La débil tiene tres partículas portadoras, los bosones W+, W- y Zº. Así, en nuestra sala vacía, el campo gravitatorio hace que la pera y la Tierra intercambien gravitones como dos niños que se lanzan bolas de nieve. La fruta no nota el campo electromagnético porque sin carga neta es como si no tuviera la herramienta para recoger los fotones que le llegan.
Ya estamos en condiciones de responder a la pregunta sobre cómo demostrar la existencia del campo de Higgs: encontrando su partícula portadora, el bosón de Higgs. Desde el CERN de Ginebra y el Fermilab de Chicago, los físicos de partículas llevan dos décadas intentándolo. La búsqueda comenzó en los años 80, cuando se asentó el llamado modelo estándar de la física de partículas. Los teóricos habían conseguido poner orden en el complicado mundo subatómico que estaba surgiendo de los aceleradores de partículas. Se había superado la crisis de los 60, cuando estos inmensos instrumentos ponían en aprietos a los investigadores al producir más y más partículas cada vez que se enchufaban. Pero en 1962 entró en juego el físico Murray Gell-Mann y anunció una forma de agruparlas que llamó “el camino óctuple”, en alusión a la filosofía budista. Su teoría predecía una nueva partícula, la W-, que fue descubierta al año siguiente. Dos años después Gell-Mann lanzaba los quarks al ruedo de las partículas elementales. Los físicos ya eran capaces de responder a la pregunta planteada por los filósofos griegos hacía más de 2.000 años: ¿de qué está hecha la materia?
El edificio de las partículas elementales, que con tanto cuidado han ido construyendo los científicos durante el último medio siglo, se desplomaría. “El campo de Higgs, el modelo estándar y nuestra imagen de cómo Dios hizo el universo depende de encontrar el bosón de Higgs”, comentó hace más de una década Leon Lederman.



En las mediciones realizadas por los científicos entre las instalaciones del CERN en Ginebra y el laboratorio subterráneo de Gran Sasso en Italia, en el marco de la la experiencia internacional Opera, los neutrinos alcanzaron 300.006 kilómetros por segundo, es decir, 6 km/s más rápido que la luz.
“En otras palabras, en una ‘carrera de fondo’ de 730 km, los neutrinos cruzan la línea de meta con 20 metros de ventaja” sobre la luz si recorre la misma distancia a través de la corteza terrestre,
Todo comenzó cuando la teoría de las supercuerdas, el hiperespacio y físicos de la materia oscura se dieron cuenta de que las tres dimensiones que describen el Universo no eran suficientes. En realidad se necesitan al menos 11 dimensiones para describir los fenómenos del Universo. (Hasta ahora).
Finalmente llegaron a la conclusión de que nuestro universo es sólo una burbuja de entre un número infinito de burbujas membranosas que se bambolean como ondas a través de la undécima dimensión. Cada universo puede existir como una burbuja con sus propias leyes físicas.
En éste contexto, podríamos preguntarnos que puede llegar a suceder cuando dos de éstas burbujas se tocan. Burt Ovrut de la Universidad de Pennsylvania y Paul Steinhardt, de Princeton, creen que éste fenómeno ya ha sucedido y el resultado fue que al golpearse muy fuerte se dió origen a un nuevo Universo, precisamente, el nuestro. Esta idea ha conmocionado a la comunidad científica, ya que si ésto es cierto, la aceptada teoría del Big Bang dejaría de ser la teoría que explica el principio de “Todo” lo conocido. Es muy posible que el Big Bang no sea
realmente el principio de todo, después de todo. Para ésta teoría nueva, el tiempo y el espacio existien desde siempre y un Big Bang puede ocurrir en cualquier momento, todo el tiempo



Universos paralelos es el nombre de una hipótesis física, en la que entran en juego la existencia de varios universos o realidades relativamante independientes. El desarrollo de la física cuántica, y la búsqueda de una teoría unificada (teoría cuántica de la gravedad), conjuntamente con el desarrollo de la teoría de cuerdas, han hecho entrever la posibilidad de la existencia de múltiples dimensiones y universos paralelos conformando un multiverso
Los llamados agujeros de gusano, una especie de pasadizo entre dos puntos distantes o no del espacio-tiempo, fueron descubiertos matemáticamente en 1916 por Ludwing Flamm, unos pocos meses después de que Einstein formulara su ecuación de campo ( relatividad general), como una solución a dicha ecuación de campo. Posteriormente, en los años cincuenta fueron investigados intensamente mediante gran variedad de cálculos matemáticos por John Wheeler y su equipo. Durante muchos años, los cálculos parecían indicar que se creaban en algún instante de tiempo y rápidamente se estrangulaban y se cerraban. Pero en 1985 , cuando Kip S. Thorne trataba de resolver un grave problema que tenía Carl Sagan con la heroína de su última novela , realizó una serie de cálculos que le llevaron a encontrar la solución a la inestabilidad de un presunto agujero de gusano.



La oposición a la existencia de agujeros negros fue liderada durante algún tiempo por uno de los más grandes científicos de este siglo: John Archibald Wheeler (quien durante los años 50 dirigió el desarrollo de la bomba de hidrógeno). Wheeler sostenía que los cálculos de Oppenheimer y Snyder contenían demasiadas idealizaciones (es decir simplificaciones de los datos a fin de disponer de un modelo susceptible a su tratamiento matemático). Sin embargo, cambió su posición y retiró sus objeciones cuando al rehacer los cálculos de Oppenheimer y Snyder, teniendo en cuenta correcciones provenientes de la física nuclear, logró probar hacia 1958 que estos autores tenían razón al postular que la formación de un agujero era inevitable. Desde entonces, Wheeler se transformó en uno de los líderes en la investigación de objetos colapsados por acción de la gravedad.
Esta idea fue retomada hacia fines de los años 80 por Kip Thorne, titular de la cátedra Feynman en el Instituto Tecnológico de California, cuando fue consultado por Carl Sagan, que se encontraba entonces escribiendo su novela Contact ("Contacto"), sobre la posibilidad de utilizar agujeros negros para realizar viajes interestelares. La consulta provocó el interés de Thorne por el tema, quien luego de trabajar un tiempo sobre el asunto, explicó a Sagan que los agujeros negros de Schwarzschild no son "atravesables" a causa de la presencia de la singularidad y del horizonte de eventos descritos arriba. En opinión de Thorne, la estructura que Sagan estaba buscando para fundamentar el argumento de su novela era aquella solución de las ecuaciones de Relatividad General que actualmente se conoce como agujero de gusano, y que puede imaginarse como un túnel que une regiones no contiguas del espacio-tiempo.
La dilatación temporal ha sido confirmada de muchas maneras, como por ejemplo, observando la propagación de partículas subatómicas que generalmente viajan a velocidades cercanas a la de la luz. Esto se conoce desde la década de 1910, cuando en una serie de vuelos en globo, Victor Hess descubrió que la Tierra se encuentra inmersa en un mar de radiación cósmica (véase "Los rayos cósmicos galácticos", Ciencia Hoy, 48: 22-28, 1998). Hoy se sabe que esta radiación está formada mayoritariamente por muones creados por la interacción de los rayos cósmicos con los átomos presentes en la alta atmósfera. Los muones viajan varios
kilómetros antes de impactar en la superficie terrestre. Sin embargo, en su sistema de referencia propio sólo viven alrededor de dos microsegundos, tiempo en el cual podrían recorrer no más que algunos cientos de metros. La explicación de cómo es que los muones llegan a la superficie del planeta es la dilatación del tiempo predicha por la Relatividad Especial: como consecuencia de la misma el tiempo de vida de los muones aumenta cuando es medido desde nuestro sistema de referencia. El efecto de dilatación temporal podría entonces utilizarse para facilitar el viaje de seres humanos hacia el futuro.



Thorne, junto con sus alumnos Mike Morris y Ulvi Yurtsever, se dedicó entonces al estudio de las características que debería tener la materia que constituye el túnel, para poder distorsionar el espacio-tiempo de manera tal que la conexión resultante fuese permanente y atravesable. Utilizando las ecuaciones de Einstein, lograron probar que el túnel sólo podría mantenerse abierto si sus paredes fueran de materia exótica, esto es, materia que a diferencia de la normal debe poseer masa negativa (en el argot técnico, su tensión radial debe ser mayor que su densidad de energía; véase el recuadro "Una clase 'exótica' de materia"). De este material se dice que viola las condiciones de energía.
El genio Nassim Haramein predijo hace quince años que en el centro de cada galaxia hay un “agujero negro” (en inglés, “black hole”), cosa que la Ciencia ha demostrado hoy día como cierta. Esa y otras afirmaciones progresivamente confirmadas por la ciencia oficial hacen del simpático Nassim el genio por excelencia de nuestro tiempo. Su teoría se basa en que toda espiral (una galaxia, un tornado, un sistema solar, un átomo…), que es la geometría básica de la Vida, está rotando sobre un eje, la fuente de donde obtiene la energía. Ese detalle, que pasó desapercibido a Einstein y la ciencia oficial, le llevó a Nassim a proponer que, en realidad, el “agujero negro” es parte de un “agujero blanco”, es decir, que el lugar de máxima oscuridad es donde, al mismo tiempo, hay más luz. Lo que ha llevado a proponer sustituir el término “black hole” por el de “black whole” (se pronuncian prácticamente igual pero el segundo significa “Totalidad Negra”). En resumidas cuentas, el llamado agujero negro (como las manchas solares) sería el lugar por donde se traspasa el sistema hacia otra dimensión y el lugar por donde fluye la energía desde otro Sol… como anticiparon los mayas. Es decir, la puerta de entrada a la LUZ.
Traspasado a nuestra vida diaria, esto nos llevaría a que el “agujero negro” (es decir, una crisis personal) es el pasadizo espiral de Alicia (en el país de las maravillas) hacia una nueva Realidad, es decir, el camino hacia la Luz o la Iluminación.
Evidentemente, el acelarador de partículas plantea nuevas tendencias en la física, la búsqueda permanente del ser humano por develar los misterios del Cosmos, la integración a la fuente original como proceso cíclico presente en el Universo. Podemos hablar entonces del multiverso, y de dimensiones paralelas entrelazadas tiempo espacio. La partícula de Dios se deja percibir en el ambiente acelerado de los experimentos del CERN, tal y como la acelaración del Multiverso es cada vez mayor, quizás nos prepara a un salto cuántico sin precedentes en los registros históricos de nuestra civilización. Otras culturas aún más lejanas en tiempo espacio como la Atlántida o la Lemuria colapsaron llevando al fondo de los océanos su conocimiento y sabiduría, nos toca entonces re-evolucionar partiendo de la información explosiva que la red recoge rodeada de frecuencias, vibraciones y símbolos ancestrales. Hasta la próxima semana apreciados lectores.