En el 332 a.C Alejandro el Grande entró a Egipto y fundó la ciudad de mármol de Alejandría, en la desembocadura del Nilo. Un siglo después, esta ciudad era una metrópolis cosmopolita, había sustituido Atenas como centro de la ciencia griega.
Tolomeo, un general de Alejandro asume en el 306 a. C el gobierno de Egipto y fundó una dinastía que llevó su nombre. Tanto Tolomeo como Alejandro fueron discípulos de Aristóteles. A su llegada a ese país notó como la investigación científica estaba enraizada a la institución religiosa, por lo que cifró sus esfuerzos en cambiar esta concepción. Los estudios científicos estarían bajo el auspicio del Estado, fundó un Museo, un gran instituto dedicado a la investigación y la enseñanza, tenía semejanza al Liceo de Aristóteles pero más avanzado como un Instituto de Estudios Avanzados.
En el Museo estaban representadas todas las corrientes filosóficas de la antigüedad, construyó la gran biblioteca, un zoológico y jardines botánicos, un observatorio y salas de disecciones. Pronto albergó a científicos importantes del mundo antiguo. Tras la invasión del imperio romano a Egipto en el 30 a. C Roma siguió siendo la sede del poder político, pero Alejandría se convirtió en el eje intelectual del imperio.
En la época de Claudio Tolomeo hacia el 85-165 de nuestra era, el imperio greco romano ya había entrado en decadencia científica. La creencia era que todo conocimiento importante se encontraba en las obras antiguas (los griegos clásicos), hasta Tolomeo en su época consideraba que la esencia del conocimiento se encontraba en sus predecesores. La Alquimia fue una ciencia que floreció en Alejandría en esos tiempos estériles, ese estudio secreto que buscaba el proceso de la transmutación de los metales en oro y plata. La tendencia al secreto fue quizás una forma de protección frente a la persecución oficial o las hermandades de artesanos y cultos místicos.
La Alquimia tenía varias fuentes; la formulación y manufactura de cosméticos, perfumes, y joyería, la preparación de tintes y colores, entre otros. Pero también había la tendencia gnóstica una mezcla del misticismo caldeo y egipcio. En la tradición gnóstica, el principio masculino y femenino eran iguales y este precepto es la piedra angular de la Alquimia. Probablemente la alquimia egipcia se fundamentó en la antigua Mesopotamia, donde las mujeres se dedicaron a la química para elaborar perfumes y cosméticos. En la tradición oral los primeros alquimistas se denominaban "opius mulierum" es decir, obra de mujeres. La diosa Isis era la fundadora de esta misteriosa ciencia y uno de los primeros tratados se llamó "Isis la profetisa a su hijo Horos". Los alquimistas al publicar usaban el nombre de alguna antigua divinidad o de un personaje célebre para proteger su integridad.
Las bases teóricas y prácticas de la alquimia occidental y por lo tanto de la química moderna, se deben a María la Hebrea. María escribió con el nombre de Miriam la profetisa, hermana de Moisés, por lo que muchos historiadores se equivocaron al suponer que era Miriam del relato bíblico. Se supone que María vivió en Alejandría en el siglo I de nuestra era, escribió varios tratados que más tarde fueron corrompidos, desvirtuados y confundidos con otras obras.
María la Hebrea, un mito sin huella alguna de individualidad. Solo un nombre, una antiquisima filiación tradicional entroncada con la tradición judía, su influencia se prolonga hasta los alquimistas alejandrinos del siglo III que la reconocen como Maestra del Arte alquímico, entre los cuales Zósimo de Panópolis, la cita y parafrasea en numerosos de sus tratados. De allí en adelante muchos serán los sabios del Arte Real que incorporan sentencias de la Maestra en sus obras.
La misión de María la Hebrea tiene que ver con la gran gesta de liberación del pueblo judío, en la que María acompañaba a sus hermanos Moisés y Aarón, así como también en la práctica de la Alquimia. En la biblia, específicamente en los textos del Éxodo y Números, que narran la historia arquetípica de la Tradición Hebrea, rama de la Tradición Unánime: estudiando la Tradición Hermética, otra rama que nace de ese tronco único, se descubren obras (pocas) llegadas hasta nuestros días, en las que figura como autora. Sabios y alquimistas que citan las sentencias de María la judía en sus textos reconocen su autoridad espiritual y la certeza de su legado.
Numerosos son los tratados hermético-alquímicos en los que aparece como la primera mujer alquimista cuyo principio femenino se enraíza con la diosa Isis, mientras que el linaje masculino es el dios Hermes, inspirador del Arte Real, además figura junto a renombrados filósofos de esta ciencia sagrada. Ilumina el camino de peregrinos y buscadores del Conocimiento que la saben identificar en su senda de revelaciones.
Los mitos evocan "el tiempo de los orígenes primordiales y sacros de los pueblos, así como las sendas y hazañas de los héroes y dioses civilizadores que los crearon, el tiempo mítico en verdad es un no-tiempo, en el sentido de lo que computamos como ordinario, lo que quiere decir que esta ocurriendo siempre, en este mismo instante, pues en la realidad del Ser Universal también existen orígenes a temporales..."
Las gestas relatadas en el Éxodo, análogas a la obra de María insinúan a todo aquel que anhela saber "quién es", la necesidad de vivir la vida cotidiana bajo un tamiz nuevo, donde muere la ilusión de lo caduco y renace la Liberación del Ser Universal. En este sentido, "el mito y la leyenda, son pues la historia verdadera, la que aconteció en los orígenes y que acontece periódicamente cada vez que se actualiza lo que en ella se esta revelando".
En la Alquimia esta siempre presente el arquetipo femenino complementándose con su paredro masculino, resuelve toda tensión y aparente dualidad en la unidad esencial, los relatos míticos y la encarnación de símbolos son viva esencia del ser y del Universo, la Verdad eterna que todo lo sustenta. El Himno de Hermes dice: "Universo, atiende mi oración. Tierra ábrete, que la masa de las aguas se abra a mí. Árboles no tembléis; voy a loar al Señor de la Creación, el Todo y Uno. Que los Cielos se abran y los Vientos amainen. Que todas las facultades que residen en mí celebren al Todo y Uno". La Alquimia tiene su fundamento y razón de ser en los principios inmutables del Ser Universal, reconoce que del Pensamiento divino surge la sutil arquitectura del Cosmos como una vibración que se expande del Uno a la multiplicidad. El alquimista emprende entonces, al haber experimentado esta certeza íntimamente, su camino de Retorno al Origen, un viaje contracorriente que lo llevará desde la materia prima de la Obra hasta la fusión con el Espíritu. Su labor se centrará en el mundo intermedio del Alma y en ella se operaran todas las transmutaciones a la que seguirá la transformación, el Elixir o Piedra filosofal de la Inmortalidad haciéndose efectiva la reintegración de lo múltiple en el Uno, o el estado de Consciencia de Unidad.
María procede del hebreo Miriam, las letras de las lenguas sagradas son portadoras de energías fuerza, y en hebreo tienen un valor numérico asociado que contienen símbolos y transmiten energías arquetípicas subyacentes en otro código. Las letras que conforman la palabra hebrea Miriam son; Mem (40), Resh (200), Iod (10), y Mem final (600), su suma da 850, y la suma de sus dígitos 13. La letra Mem con que empieza Miriam es una de las tres letras Madres del alfabeto hebreo y ocupa el lugar decimotercero y simboliza en sí misma el principio femenino del Ser, a la Madre y Matriz. Su valor aritmológico es 40, número que esta relacionado con todo ciclo que repite el proceso de Vida, Muerte y Resurrección tan afín a la naturaleza femenina. Así mismo, Mem, Iod, y Mem final, letras contenidas en Miriam es Mayim en hebreo, que significa "las aguas". El agua es también símbolo del fundamento y sustento de la manifestación cósmica; fuente de la Vida y el medio de cualquier manifestación de purificación y regeneración.
El término María en hebreo, la letra que añadida a Mayim origina Miriam es Res que representa; "esencialmente el símbolo de la receptividad, el res es el principio que contiene todo lo que procederá de él". Solo la correspondencia María-Miriam, es un símbolo de Sabiduría con esa corriente femenina, que surge de la Unidad primordial, signa el despliegue del Cosmos y se complementa con la faceta masculina del Todo.
Desde tiempos antiguos, civilizaciones acreditaron la existencia de una Tradición primordial depositaria de la Verdad y ubicada en el Centro del mundo de la que surgen, como si de un árbol se tratara, innumerables ramas de tradiciones y centros espirituales secundarios, los que expanden esa verdad pero siempre adornadas con sus ropajes. Solo hay una Verdad, la raíz, la fuente de la que todo emana y su mensaje fluye como el Viento, se entrona como el Agua, se hace Fuego y se funde a la Tierra.
El arquetipo que María representa es Universal y Eterno. Su simbología esta presente en toda cultura y civilización, irradia y nutre tanto a la tradición judía en Egipto, como a la hermética nacida posteriormente en Alejandría en el siglo I de nuestra era. Su Mensaje como el codificado en su nombre que representa el ciclo que preside la Vida, Muerte y Resurrección; que en síntesis refleja los procesos de manifestación del Ser; la cópula, la concepción, la preñez, el alumbramiento, y la nutrición. Cinco elementos entrelazados al proceso de transmutación alquímica. Según palabras de María la Hebrea alude así; "debes moler una goma y conjuntarla con una goma por un verdadero matrimonio, y la convertiras en un agua corriente". María explica siempre a través de símbolos, que el inicio del proceso siempre esta signado por la cúpula sagrada de dos principios; "Coged pues Alum, goma blanca y goma roja, que es el Kibric de los Filósofos, su oro y su más grande tintura, y juntad por un verdadero matrimonio la Goma blanca con la roja...".
Una vez consumada la unión en el jardín alquímico del Alma, dice María; "Reducid todo en Agua fluyente y purificad sobre el cuerpo fijo esta Agua verdaderamente divina, sacada de los dos Azufres; y haced que esta composición se vuelva líquida, por el secreto de las naturalezas, en el Vaso de las Filosofías...". Una analogía al regreso od uterum o el retorno a un estado potencial, una nueva semilla en el seno de las aguas contenidas en la Matriz Cósmica.
Sobre la concepción María dice: "Conservad el humo, y no dejéis escapar nada de él, y haced vuestro fuego en proporción al calor del Sol en los meses de Junio y de Julio, manteneos junto a vuestro Vaso y veréis en él cosas que os sorprenderán. Pues en menos de tres horas vuestra materia se volverá negra, blanca y anaranjada, y el humo penetrará el Cuerpo y el Espíritu será fijado...".
Lo que ha sido depositado virtualmente debe ahora desarrollarse, lentamente y por etapas, gracias al sustento que le otorga la Madre-Hermana, símbolos de la doctrina tradicional. Ciclos arquetípicos que signan el proceso de transmutación alquímico, y que habrá de repetirse en diferentes momentos del recorrido iniciático. La Alquimia ha tejido sobre si un velo de misterio y enigma, bordado de alegorías y símbolos que invitan a un proceso iniciático para aquellos que buscan el Camino al Origen. Es María la Hebrea y los fragmentos de sus obras el legado que encierra un tesoro esplendoroso, conexiones cósmicas que se sincronizan al peregrino.
Hasta la próxima publicación apreciados lectores...
Tolomeo, un general de Alejandro asume en el 306 a. C el gobierno de Egipto y fundó una dinastía que llevó su nombre. Tanto Tolomeo como Alejandro fueron discípulos de Aristóteles. A su llegada a ese país notó como la investigación científica estaba enraizada a la institución religiosa, por lo que cifró sus esfuerzos en cambiar esta concepción. Los estudios científicos estarían bajo el auspicio del Estado, fundó un Museo, un gran instituto dedicado a la investigación y la enseñanza, tenía semejanza al Liceo de Aristóteles pero más avanzado como un Instituto de Estudios Avanzados.
En el Museo estaban representadas todas las corrientes filosóficas de la antigüedad, construyó la gran biblioteca, un zoológico y jardines botánicos, un observatorio y salas de disecciones. Pronto albergó a científicos importantes del mundo antiguo. Tras la invasión del imperio romano a Egipto en el 30 a. C Roma siguió siendo la sede del poder político, pero Alejandría se convirtió en el eje intelectual del imperio.
En la época de Claudio Tolomeo hacia el 85-165 de nuestra era, el imperio greco romano ya había entrado en decadencia científica. La creencia era que todo conocimiento importante se encontraba en las obras antiguas (los griegos clásicos), hasta Tolomeo en su época consideraba que la esencia del conocimiento se encontraba en sus predecesores. La Alquimia fue una ciencia que floreció en Alejandría en esos tiempos estériles, ese estudio secreto que buscaba el proceso de la transmutación de los metales en oro y plata. La tendencia al secreto fue quizás una forma de protección frente a la persecución oficial o las hermandades de artesanos y cultos místicos.
La Alquimia tenía varias fuentes; la formulación y manufactura de cosméticos, perfumes, y joyería, la preparación de tintes y colores, entre otros. Pero también había la tendencia gnóstica una mezcla del misticismo caldeo y egipcio. En la tradición gnóstica, el principio masculino y femenino eran iguales y este precepto es la piedra angular de la Alquimia. Probablemente la alquimia egipcia se fundamentó en la antigua Mesopotamia, donde las mujeres se dedicaron a la química para elaborar perfumes y cosméticos. En la tradición oral los primeros alquimistas se denominaban "opius mulierum" es decir, obra de mujeres. La diosa Isis era la fundadora de esta misteriosa ciencia y uno de los primeros tratados se llamó "Isis la profetisa a su hijo Horos". Los alquimistas al publicar usaban el nombre de alguna antigua divinidad o de un personaje célebre para proteger su integridad.
Las bases teóricas y prácticas de la alquimia occidental y por lo tanto de la química moderna, se deben a María la Hebrea. María escribió con el nombre de Miriam la profetisa, hermana de Moisés, por lo que muchos historiadores se equivocaron al suponer que era Miriam del relato bíblico. Se supone que María vivió en Alejandría en el siglo I de nuestra era, escribió varios tratados que más tarde fueron corrompidos, desvirtuados y confundidos con otras obras.
María la Hebrea, un mito sin huella alguna de individualidad. Solo un nombre, una antiquisima filiación tradicional entroncada con la tradición judía, su influencia se prolonga hasta los alquimistas alejandrinos del siglo III que la reconocen como Maestra del Arte alquímico, entre los cuales Zósimo de Panópolis, la cita y parafrasea en numerosos de sus tratados. De allí en adelante muchos serán los sabios del Arte Real que incorporan sentencias de la Maestra en sus obras.
La misión de María la Hebrea tiene que ver con la gran gesta de liberación del pueblo judío, en la que María acompañaba a sus hermanos Moisés y Aarón, así como también en la práctica de la Alquimia. En la biblia, específicamente en los textos del Éxodo y Números, que narran la historia arquetípica de la Tradición Hebrea, rama de la Tradición Unánime: estudiando la Tradición Hermética, otra rama que nace de ese tronco único, se descubren obras (pocas) llegadas hasta nuestros días, en las que figura como autora. Sabios y alquimistas que citan las sentencias de María la judía en sus textos reconocen su autoridad espiritual y la certeza de su legado.
Numerosos son los tratados hermético-alquímicos en los que aparece como la primera mujer alquimista cuyo principio femenino se enraíza con la diosa Isis, mientras que el linaje masculino es el dios Hermes, inspirador del Arte Real, además figura junto a renombrados filósofos de esta ciencia sagrada. Ilumina el camino de peregrinos y buscadores del Conocimiento que la saben identificar en su senda de revelaciones.
Los mitos evocan "el tiempo de los orígenes primordiales y sacros de los pueblos, así como las sendas y hazañas de los héroes y dioses civilizadores que los crearon, el tiempo mítico en verdad es un no-tiempo, en el sentido de lo que computamos como ordinario, lo que quiere decir que esta ocurriendo siempre, en este mismo instante, pues en la realidad del Ser Universal también existen orígenes a temporales..."
Las gestas relatadas en el Éxodo, análogas a la obra de María insinúan a todo aquel que anhela saber "quién es", la necesidad de vivir la vida cotidiana bajo un tamiz nuevo, donde muere la ilusión de lo caduco y renace la Liberación del Ser Universal. En este sentido, "el mito y la leyenda, son pues la historia verdadera, la que aconteció en los orígenes y que acontece periódicamente cada vez que se actualiza lo que en ella se esta revelando".
En la Alquimia esta siempre presente el arquetipo femenino complementándose con su paredro masculino, resuelve toda tensión y aparente dualidad en la unidad esencial, los relatos míticos y la encarnación de símbolos son viva esencia del ser y del Universo, la Verdad eterna que todo lo sustenta. El Himno de Hermes dice: "Universo, atiende mi oración. Tierra ábrete, que la masa de las aguas se abra a mí. Árboles no tembléis; voy a loar al Señor de la Creación, el Todo y Uno. Que los Cielos se abran y los Vientos amainen. Que todas las facultades que residen en mí celebren al Todo y Uno". La Alquimia tiene su fundamento y razón de ser en los principios inmutables del Ser Universal, reconoce que del Pensamiento divino surge la sutil arquitectura del Cosmos como una vibración que se expande del Uno a la multiplicidad. El alquimista emprende entonces, al haber experimentado esta certeza íntimamente, su camino de Retorno al Origen, un viaje contracorriente que lo llevará desde la materia prima de la Obra hasta la fusión con el Espíritu. Su labor se centrará en el mundo intermedio del Alma y en ella se operaran todas las transmutaciones a la que seguirá la transformación, el Elixir o Piedra filosofal de la Inmortalidad haciéndose efectiva la reintegración de lo múltiple en el Uno, o el estado de Consciencia de Unidad.
María procede del hebreo Miriam, las letras de las lenguas sagradas son portadoras de energías fuerza, y en hebreo tienen un valor numérico asociado que contienen símbolos y transmiten energías arquetípicas subyacentes en otro código. Las letras que conforman la palabra hebrea Miriam son; Mem (40), Resh (200), Iod (10), y Mem final (600), su suma da 850, y la suma de sus dígitos 13. La letra Mem con que empieza Miriam es una de las tres letras Madres del alfabeto hebreo y ocupa el lugar decimotercero y simboliza en sí misma el principio femenino del Ser, a la Madre y Matriz. Su valor aritmológico es 40, número que esta relacionado con todo ciclo que repite el proceso de Vida, Muerte y Resurrección tan afín a la naturaleza femenina. Así mismo, Mem, Iod, y Mem final, letras contenidas en Miriam es Mayim en hebreo, que significa "las aguas". El agua es también símbolo del fundamento y sustento de la manifestación cósmica; fuente de la Vida y el medio de cualquier manifestación de purificación y regeneración.
El término María en hebreo, la letra que añadida a Mayim origina Miriam es Res que representa; "esencialmente el símbolo de la receptividad, el res es el principio que contiene todo lo que procederá de él". Solo la correspondencia María-Miriam, es un símbolo de Sabiduría con esa corriente femenina, que surge de la Unidad primordial, signa el despliegue del Cosmos y se complementa con la faceta masculina del Todo.
Desde tiempos antiguos, civilizaciones acreditaron la existencia de una Tradición primordial depositaria de la Verdad y ubicada en el Centro del mundo de la que surgen, como si de un árbol se tratara, innumerables ramas de tradiciones y centros espirituales secundarios, los que expanden esa verdad pero siempre adornadas con sus ropajes. Solo hay una Verdad, la raíz, la fuente de la que todo emana y su mensaje fluye como el Viento, se entrona como el Agua, se hace Fuego y se funde a la Tierra.
El arquetipo que María representa es Universal y Eterno. Su simbología esta presente en toda cultura y civilización, irradia y nutre tanto a la tradición judía en Egipto, como a la hermética nacida posteriormente en Alejandría en el siglo I de nuestra era. Su Mensaje como el codificado en su nombre que representa el ciclo que preside la Vida, Muerte y Resurrección; que en síntesis refleja los procesos de manifestación del Ser; la cópula, la concepción, la preñez, el alumbramiento, y la nutrición. Cinco elementos entrelazados al proceso de transmutación alquímica. Según palabras de María la Hebrea alude así; "debes moler una goma y conjuntarla con una goma por un verdadero matrimonio, y la convertiras en un agua corriente". María explica siempre a través de símbolos, que el inicio del proceso siempre esta signado por la cúpula sagrada de dos principios; "Coged pues Alum, goma blanca y goma roja, que es el Kibric de los Filósofos, su oro y su más grande tintura, y juntad por un verdadero matrimonio la Goma blanca con la roja...".
Una vez consumada la unión en el jardín alquímico del Alma, dice María; "Reducid todo en Agua fluyente y purificad sobre el cuerpo fijo esta Agua verdaderamente divina, sacada de los dos Azufres; y haced que esta composición se vuelva líquida, por el secreto de las naturalezas, en el Vaso de las Filosofías...". Una analogía al regreso od uterum o el retorno a un estado potencial, una nueva semilla en el seno de las aguas contenidas en la Matriz Cósmica.
Sobre la concepción María dice: "Conservad el humo, y no dejéis escapar nada de él, y haced vuestro fuego en proporción al calor del Sol en los meses de Junio y de Julio, manteneos junto a vuestro Vaso y veréis en él cosas que os sorprenderán. Pues en menos de tres horas vuestra materia se volverá negra, blanca y anaranjada, y el humo penetrará el Cuerpo y el Espíritu será fijado...".
Lo que ha sido depositado virtualmente debe ahora desarrollarse, lentamente y por etapas, gracias al sustento que le otorga la Madre-Hermana, símbolos de la doctrina tradicional. Ciclos arquetípicos que signan el proceso de transmutación alquímico, y que habrá de repetirse en diferentes momentos del recorrido iniciático. La Alquimia ha tejido sobre si un velo de misterio y enigma, bordado de alegorías y símbolos que invitan a un proceso iniciático para aquellos que buscan el Camino al Origen. Es María la Hebrea y los fragmentos de sus obras el legado que encierra un tesoro esplendoroso, conexiones cósmicas que se sincronizan al peregrino.
Hasta la próxima publicación apreciados lectores...
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