sábado, 24 de marzo de 2012

La Luna, Júpiter y Venus en perfecta armonía

Este domingo 25 de Marzo de 2012, tres astros, los más luminosos del Cosmos, nos brindan un espectáculo lumínico hermoso, majestuoso y sublime. Justo cuando el Sol inicie su ocaso al atardecer, en esa misma dirección podrás observar un fino haz de luz de la luna en su fase de ir creciendo, aun muy fina su silueta pero siempre hermosa ante ti. Allí junto a la Luna emergeran Venus y Júpiter ligeramente encima del horizonte. Un cúmulo de estrellas muy cercano corona este maravilloso espectáculo, si las Pleyades hermosas y radiantes intrigan esta triple conjunción. Como es arriba es abajo, el Ascenso de la Luz precisamente en Equinoccio es despertar de consciencia para la humanidad, tres veces tres la máxima de evolución cósmica.


Entre los mayas, la cronología se determinaba mediante un complejo sistema calendárico. El año comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de julio y tenía 365 días; 364 de ellos estaban agrupados en 28 semanas de 13 días cada una, y el año nuevo comenzaba el día 365. Además, 360 días del año se repartían en 18 meses de 20 días cada uno. Las semanas y los meses transcurrían de forma secuencial e independiente entre sí. Sin embargo, comenzaban siempre el mismo día, esto es, una vez cada 260 días, cifra múltiplo tanto de 13 (para la semana) como de 20 (para el mes). El calendario maya, aunque muy complejo, era el más exacto de los conocidos hasta la aparición del calendario gregoriano en el siglo XVI. Esa sincronización númerica nos permite comprender que la frecuencia 13:20 representa el alfa y omega cósmico, círculos dentro de círculos de forma entrelazados que asemeja el latido de todo en el Universo.

Los mayas eran astrónomos absolutamente realizados. Su principal interés, en contraste con los astrónomos "occidentales", era estudiar los movimientos del Sol sobre sus latitudes. Todos los años, el sol viaja a su punto del solsticio del verano, o a la latitud de 23-1/3 grados del norte.

La mayoría de las ciudades mayas estaban localizadas al sur de esta latitud, lo que significa que podrían observar el sol directamente por encima durante el tiempo que pasaba sobre su latitud. Esto sucedía dos veces al año, en tiempos iguales alrededor del día del solsticio. El respeto profundo a los cuatro momentos de la rotación de Madre Tierra al Sol corona estos eventos; dos Equinoccios y dos Solsticios, momentos en que la Luz Solar impacta a Madre Terra y toda la vida en este planeta.

Los mayas podían determinar fácilmente estas fechas, porque en el mediodía local, no había sombra. Las observaciones del paso por el cenit son posibles solamente en las zonas tropicales y eran absolutamente desconocidas por los conquistadores españoles que descendieron sobre la península de Yucatán en el decimosexto siglo. Los mayas tenían un dios que representaba dicha posición del sol, llamado el dios del salto. Acaso este salto corresponde al salto cuántico previsto por la física cuántica, pensadores, filósofos, en todas las épocas de nuestro devenir histórico. Evidentemente el Sol es dador de vida, es el astro central que irradia a nuestro Sistema Solar, y gira simultáneamente alrededor del Sol Alcyon y de nuestra hermosa Vía Láctea.

Venus era el objeto astronómico de mayor interés. Quizá lo conocían mejor que cualquier otra civilización que no perteneciera a Mesoamérica. Pensaron que era más importante que el sol. Lo miraron cuidadosamente mientras se movía a través de sus estaciones y se dieron cuenta que tardaba 584 días en coincidir la Tierra y Venus en la misma posición con respecto al Sol. Además, se fijaron que transcurría cerca de 2922 días para que la Tierra, Venus, el Sol y las estrellas coincidieran. En este sentido, contemplaremos además de Venus, a la Lubna, Júpiter en perfecta armonía cósmica y corona la escena la majestad de la Constelación de las Pleyades, la cola de la serpiente de luz de los Mayas.

Los Mayas hicieron observaciones diarias en Venus, el cual tenía un efecto psicológico sobre los Mayas y otras culturas de Mesoamérica. Se ha demostrado que medían el tiempo de algunas de sus guerras basándose en los puntos inmóviles de Venus y de Júpiter. Hacían sacrificios humanos después de la conjunción superior, cuando Venus estaba en su magnitud más débil porque temían más el primer orto heliaco después de la conjunción inferior.

En el códice de Dresde, los Mayas tenían un calendario que exhibía el ciclo completo de Venus. Contaron cinco sistemas de 584 días, 2.920 días en total u 8 años aproximadamente, y cada 5 repeticiones de Venus completaban un ciclo.

Los Mayas pensaban que evidentemente no era más que un trozo sobre el Sol y lo observaron hasta alcanzar una trayectoria fuera de la eclíptica. Observaron la variación de su trayectoria a lo largo del año por el horizonte. En Chichen Itzá, durante la puesta del Sol, la serpiente de la estrella se levanta encima del lado de la escalera de la pirámide llamada El Castillo en el día del equinoccio de primavera y de otoño. Los Mayas no solo conocían los extremos del Sol en los solsticios, sino también los equinoccios en que el sol parecía salir justo al este o justo en el oeste. Las observaciones de la eclíptica deben haber sido una porción importante de la observación solar maya.



Los Mayas tenían un componente lunar en sus inscripciones del calendario. Después de obtener la información sobre las fechas de los calendarios mayas, las inscripciones típicas mayas contienen un cómputo lunar. La cuenta lunar se basaba en 29 o 30 días. El período sinódico lunar consta de aproximadamente 29,5 días, así que alternando su cuenta entre estos dos números la luna también fue introducida cuidadosamente en la secuencia del calendario. El conocimiento lunar también era importante para ellos porque permitía hacer predicciones de eclipses: un almanaque para predecirlos está contenido en el Códice de Dresde.

Los Mayas retrataron la eclíptica en sus ilustraciones como una serpiente de dos direcciones. La eclíptica es la trayectoria del Sol en el cielo marcada por un grupo de constelaciones fijas de estrellas. Aquí la Luna y los planetas pueden verse porque están limitados, como la Tierra, por el Sol. Las constelaciones en la eclíptica también se llaman constelaciones del zodiaco. No se sabe exactamente cuáles fueron las constelaciones fijas en la eclíptica vista por los mayas, pero hay una cierta idea del orden en algunas partes del cielo. Se sabe que había un escorpión, que comparamos con nuestra propia constelación de Escorpio, pero con la diferencia de que sus pinzas coincidían con la actual constelación de Libra. También se ha encontrado que Géminis aparecía en la cultura maya como un cerdo o un pecarí, (un animal de la familia del cerdo). Otras constelaciones en la eclíptica eran identificadas como un jaguar, una serpiente, un palo, una tortuga o un monstruo del xoc, es decir, un tiburón o monstruo del mar. Las Pléyades eran vistas como la cola de una serpiente de cascabel que se llamaba "Tz'ab."



Los reyes Mayas midieron el tiempo de sus rituales de accesión en consonancia con las estrellas y la Vía Láctea. Celebraron reuniones del k'atun aproximadamente cada veinte años. Al final del período del k'atun, una de las reglas de los mayas era levantar una figura, llamado árbol de piedra, para conmemorar el acontecimiento. En la figura de piedra se representaban la hora de estas ceremonias e iban vestidas con los trajes que contenían los símbolos asociados al árbol del mundo. En sus sombreros llevaban el pájaro principal, Itzam Ye, y en sus brazos sostenían una barra ceremonial que representaba a la serpiente de dos direcciones de la eclíptica. Usando los elementos del traje del árbol del mundo la regla de los mayas estaba ligada al cielo, a los dioses y a ese ingrediente esencial, la vida. Además, se ha encontrado que cuando la reunión del k'atun coincidía con ciertas posiciones planetarias, los mayas iban a la guerra para obtener prisioneros. La cosmología maya era una filosofía viva y religiosa que impregnó sus vidas a un modo que puede parecer excesivo para la gente moderna. Ellos eran observadores astutos, sensibles a la naturaleza cíclica del sol, de la luna y de los planetas.

Disfrutemos este domingo y lunes esta triple conjunción de la Luna, Venus y Júpiter y quizás si tienes suerte podrás divisar a las Pleyades contemplando enamoradas como la Luz asciende en el horizonte y nos señala que el Ciclo aperturado de Luz es ya realidad para la humanidad. Pasarán muchos años antes de que se vuelva a repetir este acontecimiento celestial, pero de ninguna forma será igual a esta, cada triple conjunción es única en su esencia y su destino. La Luna, siempre espectacular con prismáticos, mostrará con nitidez su terminador, que es «el hilo de luz que separa la zona iluminada de la de sombra», cortando la esfera. Y en cuanto a Venus, la mirada atenta descubrirá que tiene fase, como el satélite de la Tierra.

El universo no está vacío, hay líneas de energía por todo el espacio. Sabemos que el universo está compuesto de sólidos, luz, gas y ahora plasma, que se trenzan en cuerdas que actúan como poderosas líneas de transmisión sin ningún límite en la distancia a la que pueden operar. Por lo tanto, crean un entramado cósmico/ un sistema celestial de autopistas.

Por lo tanto, el 2012 nos da el regalo de sanaciones solares que penetran profundamente en las células de la humanidad, eliminando todo lo que se interpone en el camino del siguiente peldaño en la escalera de ascensión de la humanidad. A medida que estas partículas solares entren en las partes de su corazón y su cuerpo, recuerden que para llegar a ser un Príncipe primero hay que eliminar todos los fragmentos de la vida anterior en la que uno fue un mendigo. La penetración solar es necesaria para pasar de la estasis a la plenitud de una liberación sanadora. Verse a uno mismo completamente sano sin necesidad de aprender de la enfermedad, es el lugar en el que el Sol Real desea ver a sus ciudadanos. Abrazos del Corazón amados lectores del ciberespacio. Dios los bendiga e ilumine zonas hasta ahora dormidas en vuestros corazones.

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