lunes, 11 de julio de 2011

El Códice Maya de Dresden

El Códice de Dresden es una de las fuentes más valiosas para el entendimiento de la cultura Maya. Este manuscrito fue una de las claves más importantes para el desciframiento de la escritura jeroglífica de los Mayas. Además las más hermosas y famosas figuras de los dioses Mayas también provienen de este códice. El Códice de Dresden debe su nombre al lugar donde actualmente se encuentra – en la Biblioteca Real de Sajonia en la ciudad de Dresden, Alemania.


Muy probablemente, en 1519 el famoso conquistador Hernán Cortés lo envió personalmente a Madrid a la corte del entonces Rey Carlos V, en conjunto con otras llamadas “curiosidades”, además de los tesoros comunes. Desde Madrid el códice llegó a Viena, donde el Rey tenía una de sus residencias. El códice permaneció ahí sin ninguna consideración hasta que en el año 1739 fue descubierto en una colección privada por Johann Christian Goetze, quien en aquel tiempo dirigía la Biblioteca Real de Sajonia en Dresden. El códice aparentemente le fue regalado por el desconocido dueño, ya que para él era algo inentendible y por ende algo sin valor alguno. Goetze, sin embargo, donaría el códice a principios del año 1740 a su Biblioteca.

Entre la barbaridad de estas naciones –escribía fray Francisco de Burgos un siglo después de la Conquista– se hallaron muchos libros a su modo, en hojas o telas de especial corteza de árboles que se hallan en tierra caliente y las curtían y aderezaban a modo de pergaminos de una tercia poco más o menos de ancho, y unas y otras las zurcían y pegaban en una pieza tan larga como la había menester, donde todas sus historias escribían con caracteres tan abreviados que en una sola palabra expresaban el lugar, sitio y provincia, año, mes y día con todos los demás nombres de los dioses, ceremonias, sacrificios y victorias".

Los códices, hechos con láminas de papel de amate o de piel de venado, dispuestas en forma de biombos de pequeñas proporciones y resguardadas en sus extremos por cubiertas de madera, eran verdaderos libros en los cuales las altas culturas de Mesoamérica registraban hechos mitológicos o reales. Los códices eran un medio de salvar del devenir de la historia, por medio de la línea y el color, la cronología, la ciencia astronómica, la mitología y las glorias militares con la consecuente tribulación de los pueblos sometidos, asegurando la continuidad del conocimiento mágico de los sacerdotes y afirmando la conciencia del poder temporal de los gobernantes.

En el siglo XVI los obispos Zumárraga de México y Landa de Yucatán llevaron a cabo espectaculares "autos de fe" con todos los "libros de hechicerías" que pudieron encontrar. Las hogueras consumieron no sabemos cuántos de esos testimonios pictográficos de incalculable valor artístico e histórico.

De la "quema" de Maní sólo se salvaron los tres códices mayas que ahora se conocen: el Dresden, el Tro-Cortesiano y el Peresiano. Los dos primeros pintados al finalizar la época clásica de la Cultura Maya (siglos X o XI) y el último en tiempos cercanos a la llegada de los españoles.

El contenido de estos tres códices es estrictamente religioso. En sus láminas aparecen, en sucesión infinita, dioses y sacerdotes oficiantes dibujados con líneas fluidas y sensuales que destacan las figuras sobre fondos de color plano de indescriptible sutileza.

El Códice Dresden, el más hermoso de los tres, es un libro astronómico. Las figuras humanas de inconfundible estilo maya, muy semejantes a los relieves de las estelas o a las estatuillas modeladas en barro, están separadas por las líneas verticales que dividen cada escena. Las masas horizontales de los jeroglíficos equilibran la composición de la sabia aplicación de recuadros sepias, azules y amarillos. Páginas hay tratadas sólo a línea, negro y café en suavísima armonía. En otras los glifos de significado incógnito hacen sentir su densidad.



Esta colección o recopilación de códices es la más completa de los manuscritos Maya conocidos. Está compuesto por 74 tablas o folios plegados en las que vienen datos calendáricos, climatológicos, meteorológicos, agrícolas, religiosos y astrológicos; tablas de lunaciones y eclipses, informes sobre los ortos heliacos de Venus, Marte y otros cuerpos celestes, combinación los ciclos de Venus y Marte o de Venus y Júpiter y otros planetas, declinaciones de los planetas, es decir los días en los que se observan más al norte o más al sur en su salida o en su puesta y toda una serie de datos útiles para la organización agrícola, política y religiosa del pueblo Maya.

Para comprender la importancia de este códice conviene saber que tiene casi mil años de antigüedad y que, fué escrito en Chichen Itzá en el tiempo de máximo esplendor de los itzaes a finales del siglo X y principios del siglo XI, pues contiene datos calendáricos y de efemérides del año 968, eclipses de Venus sobre el Sol del año 1040 y eclipses del Sol del siglo XI

Este códice tiene un especial interés en este tiempo actual, principio del Siglo XXI, por que, en buena medida, se repiten los mismos parámetros astronómicos y astrológicos que dan inicio a uno de los fragmentos del códice Dresde que comienza su existencia en sincronía con dos conjunciones inferiores de Venus o pasos de Venus sobre el disco solar, en el mismo año Tzlokin que hay una oposición de Júpiter con Venus alineados con la Vía Láctea o la Galaxia, dos configuraciones astronómicas que son idénticas a las del año 2012, exactamente el mismo día del año y en las mismas posiciones que hace casi mil años, de ahí el interés por conocer el contenido de este códice en estos tiempos, pues según la concepción Maya de los ciclos cósmicos, vamos a vivir un tiempo ya conocido y experimentado por ellos y quieren avisarnos o advertirnos de la experiencia vivida por ellos, eso es lo que anuncian en el misterioso octavo fragmento del códice Dresden.



Venus era el objeto astronómico de mayor interés. Quizá lo conocían mejor que cualquier otra civilización que no perteneciera a Mesoamérica. Pensaron que era más importante que el sol. Lo miraron cuidadosamente mientras se movía a través de sus estaciones y se dieron cuenta que tardaba 584 días en coincidir la Tierra y Venus en la misma posición con respecto al Sol. Además, se fijaron que transcurría cerca de 2922 días para que la Tierra, Venus, el Sol y las estrellas coincidieran.

Según sus observaciones, durante este período, Venus no se podía ver desde la Tierra, ya que desaparece por un período de 8 días aproximadamente. Cuando se sale justo después de la conjunción inferior, es decir, cuando aparece después en el cielo de la mañana, el llamado orto heliaco (porque sale con el Sol), era la posición más importante de Venus.

Después salir, Venus alcanza su mayor brillo. Entonces se irá hacia el oeste, moviéndose rápidamente (en el movimiento retrógrado) lejos del Sol. Luego seguirá siendo visible cerca de 260 días en el cielo de la mañana hasta que alcanza la conjunción superior. En este punto, Venus está en el lado opuesto del Sol respecto de la Tierra. Llega a ser débil, hasta que se sumerge bajo el horizonte, para volver a aparecer en el lado opuesto del Sol al cabo de 50 días. Después sale como estrella de la tarde y sigue en el cielo nocturno alrededor de 260 días hasta que pasa por el este y brilla más intensamente antes de llegar la conjunción inferior otra vez.

Los Mayas hicieron observaciones diarias en Venus, el cual tenía un efecto psicológico sobre los Mayas y otras culturas de Mesoamérica. Se ha demostrado que medían el tiempo de algunas de sus guerras basándose en los puntos inmóviles de Venus y de Júpiter. Hacían sacrificios humanos después de la conjunción superior, cuando Venus estaba en su magnitud más débil porque temían más el primer orto heliaco después de la conjunción inferior.

En el códice de Dresde, los Mayas tenían un calendario que exhibía el ciclo completo de Venus. Contaron cinco sistemas de 584 días, 2.920 días en total u 8 años aproximadamente, y cada 5 repeticiones de Venus completaban un ciclo.

Los Mayas tenían un componente lunar en sus inscripciones del calendario. Después de obtener la información sobre las fechas de los calendarios mayas, las inscripciones típicas mayas contienen un cómputo lunar. La cuenta lunar se basaba en 29 o 30 días. El período sinódico lunar consta de aproximadamente 29,5 días, así que alternando su cuenta entre estos dos números la luna también fue introducida cuidadosamente en la secuencia del calendario. El conocimiento lunar también era importante para ellos porque permitía hacer predicciones de eclipses: un almanaque para predecirlos está contenido en el Códice de Dresde.

Los Mayas retrataron la eclíptica en sus ilustraciones como una serpiente de dos direcciones. La eclíptica es la trayectoria del Sol en el cielo marcada por un grupo de constelaciones fijas de estrellas. Aquí la Luna y los planetas pueden verse porque están limitados, como la Tierra, por el Sol. Las constelaciones en la eclíptica también se llaman constelaciones del zodiaco. No se sabe exactamente cuáles fueron las constelaciones fijas en la eclíptica vista por los mayas, pero hay una cierta idea del orden en algunas partes del cielo. Se sabe que había un escorpión, que comparamos con nuestra propia constelación de Escorpio, pero con la diferencia de que sus pinzas coincidían con la actual constelación de Libra. También se ha encontrado que Géminis aparecía en la cultura maya como un cerdo o un pecarí, (un animal de la familia del cerdo). Otras constelaciones en la eclíptica eran identificadas como un jaguar, una serpiente, un palo, una tortuga o un monstruo del xoc, es decir, un tiburón o monstruo del mar. Las Pléyades eran vistas como la cola de una serpiente de cascabel que se llamaba "Tz'ab."

La Vía Láctea (nuestra galaxia) era venerada por los mayas. La llamaron el Árbol del Mundo y era representada mediante un árbol en flor alto y majestuoso, el Ceiba. La figura blanquecina también fue llamada el Wakah Chan. Wak significa "erguido". Chan o K'an significa "cuatro", "serpiente" o "cielo". El Árbol del Mundo se encuentra en el cenit cuando Sagitario está por encima del horizonte. En este tiempo la Vía Láctea sale por encima del horizonte y cruza el meridiano. Las nubes de estrellas que forman el llamado actualmente “Camino de Santiago” fueron vistas como el árbol de la vida de donde proviene toda la vida. Cerca de Sagitario, el centro de nuestra galaxia, donde el árbol del mundo cruza la eclíptica, era de especial atención para los Mayas. Un elemento importante del árbol del mundo es el monstruo Kawak, de cabeza gigante. Este monstruo era también una montaña o un monstruo del witz. Un tazón de la fuente del sacrificio en su cabeza contiene una lámina del pedernal y el jeroglífico de Kimi que representa la muerte. La eclíptica se representa a veces como una barra que cruza el eje principal del árbol del mundo, representado una forma muy similar a la cruz cristiana. Encima del árbol del mundo encontramos un pájaro llamado Itzam Ye, el pájaro más importante. Hay evidencias que demuestran que el Sol se aparecía en el árbol del mundo en el solsticio de invierno.


Cuando en los meses de invierno la Vía Láctea dominaba el cielo, fue llamada "serpiente blanca deshuesada". Esta parte de la Vía Láctea había pasado por encima en el cielo nocturno durante la estación seca. No es brillante como las nubes de estrellas que dominan el norte del cielo del ecuador durante los meses de verano, pero los observadores en zonas oscuras podrán ver el resplandor fácilmente. Aquí la eclíptica cruza dicha Vía Láctea otra vez, cerca de la constelación de Géminis que era la localización aproximada del Sol durante solsticio del verano. Es posible que las quijadas de la serpiente Blanco-Deshuesada fueran representadas por la cabeza del monstruo de Kawak.

Los reyes Mayas midieron el tiempo de sus rituales de accesión en consonancia con las estrellas y la Vía Láctea. Celebraron reuniones del k'atun aproximadamente cada veinte años. Al final del período del k'atun, una de las reglas de los mayas era levantar una figura, llamado árbol de piedra, para conmemorar el acontecimiento. En la figura de piedra se representaban la hora de estas ceremonias e iban vestidas con los trajes que contenían los símbolos asociados al árbol del mundo. En sus sombreros llevaban el pájaro principal, Itzam Ye, y en sus brazos sostenían una barra ceremonial que representaba a la serpiente de dos direcciones de la eclíptica. Usando los elementos del traje del árbol del mundo la regla de los mayas estaba ligada al cielo, a los dioses y a ese ingrediente esencial, la vida. Además, se ha encontrado que cuando la reunión del k'atun coincidía con ciertas posiciones planetarias, los mayas iban a la guerra para obtener prisioneros. La cosmología maya era una filosofía viva y religiosa que impregnó sus vidas a un modo que puede parecer excesivo para la gente moderna. Ellos eran observadores astutos, sensibles a la naturaleza cíclica del sol, de la luna y de los planetas.

2 comentarios:

  1. Hola Mig., muy buena y detallada información.

    Saludos.

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  2. Hola profesora como está. Muy interesante su post.Me gustaria agregarla como amiga en mi facebook. Soy Ingeniero en electromecanica, dueño y profesor de una academia privada de matematica y fisica. Me gustaria mucho que me honrara con su amistad. Muchas gracias mi id de facebook es marzini@live.com

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